UNA RUTA ICÓNICA DE BARCELONA
Con un sol radiante, tal y como teníamos previsto, nos reunimos en el lugar acordado de la Plaza de Karl Marx para iniciar la excursión hasta el castillo de Torre Baró.
Los participantes venían animados y con ganas de pasar una mañana de camaradería con los compañeros del Centro.
A pesar de algunas bajas de última hora fuimos más de treinta personas, con caras nuevas en estas salidas, que nos alegró mucho verlas y disfrutar de su compañía.
La ventaja sicológica de la ruta elegida es que el inicio era de subida y la vuelta de bajada, por lo que tomamos el camino con ánimo a pesar del sol que ya apretaba.
Josefina, con su habitual diligencia, controló la asistencia y cuidó de que se respetasen las normas del Covid-19 y, como las personas asistentes somos gente seria, todo se desarrolló como la seda.
Los planes que teníamos eran claros, almorzar en el templete que hay junto al castillo admirando la fabulosa panorámica de Barcelona, pero el sol, que se había despertado para darnos hoy el día más caluroso de lo que va de año, nos convenció para que buscásemos una sombra fresquita junto al castillo.
Teniendo en cuenta que los paisanos de Castilla y León somos gente de ideas claras, con la conciencia tranquila y sin mala intención, dimos cuenta del sustancioso bocadillo que aporto el Centro y de las bebidas que traíamos cada cual.
Con el cuerpo reconfortado, aprovechamos para iniciar una distendida charla, hablando de lo divino y lo humano, en la que arreglamos casi todos los problemas que en la actualidad tiene nuestra sociedad… o eso creemos.
El camino de regreso, por ser bajada, mas liviano que el de subida, nos devolvió a Vía Favencia, donde cada uno tomó la dirección que le convino.
Neli, vocal de actividades y diseñadora de la actividad, junto con Antonio, se hicieron cargo de la parte logística para que la salida fuera un éxito.